Efecto Barnum o Falacia de Validación Personal y su relación con las pseudociencias
El Efecto Barnum fue descubierto en 1948 cuando el psicólogo Bertram Forer se da cuenta que sus estudiantes se identifican con descripciones inexactas de su personalidad. A raíz de esto, el experimento es repetido múltiples veces con los mismos resultados. Así, este efecto da cuenta de la tendencia general de la población a sentirse validados mediante respuestas y afirmaciones vagas. Por este motivo, la astrología, el tarot y otras pseudociencias tienen tanto éxito en la población, a pesar de su poca validez científica.
El Experimento de Bertram Forer
Phineas Barnum fue un artista de circo reconocido por utilizar el engaño y la manipulación psicológica en sus espectáculos. Inicialmente, era un comerciante que se servía del regateo y las mentiras para lograr múltiples ventas; además, se involucraba en los juegos de lotería y de azar. Al iniciar su carrera como cirquero, presentó su primer gran engaño: confeccionó una criatura disecada con cuerpo de mono y cola de pez. A partir de este momento, el uso de diferentes artimañas para engatusar al público lo llevó a obtener el nombre de maestro de la manipulación.
La interesante historia de Phineas Barnum le sirvió de inspiración al psicólogo Bertram Forer para explicar un fenómeno psicológico descubierto en un experimento realizado en 1948. Para ese momento, trabajaba como profesor universitario en la facultad de psicología y; en una de sus clases, decide entregar un test de personalidad a cada alumno para ser respondido. Al día siguiente, le envía a cada estudiante el resultado de la evaluación, con la misma descripción para cada uno.
Es importante resaltar que, la descripción presentada en el resultado era vaga y sumamente genérica. En resumen, algunas de las frases escritas eran: “A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, cauto, y reservado”. También, “Prefieres cierta cantidad de cambios y variedad y llegas a decepcionarte cuando estás cercado por restricciones y limitaciones”. Finalmente, le pregunta a los sujetos qué tanto se sienten identificados con la descripción de la evaluación. En una escala del 1 al 5; en la cual 5 significaba “Completamente identificado”, la mayoría de los estudiantes escogieron el número 4. Es decir, la mayoría sintió que los resultados presentados encajaban muy bien con sus rasgos de personalidad.
El Efecto Barnum y las pseudociencias
A raíz del primer experimento realizado a finales de los años 40, este mismo estudio fue repetido en numerosas poblaciones universitarias, obteniendo resultados similares en todas las ocasiones. De hecho, en promedio, los estudiantes escogen 4,2 para afirmar que consideran que la descripción de su personalidad fue sumamente acertada. Entonces, lo que nos refleja el experimento de Forer es la tendencia de las personas a aceptar descripciones vagas y generales como una representación exacta de su personalidad. Cuando, más bien, el texto puede aplicar a cualquier persona, tomando en cuenta que los adjetivos utilizados son sumamente frecuentes en la población.
Tomando en cuenta que esta predisposición psicológica puede ser empleada para generar engaños muy fácilmente, se le denominó Efecto Barnum en honor al reconocido cirquero. Lamentablemente, las columnas astrológicas se sirven de esta tendencia para hacer sentir a las personas como especiales y excepcionales. Realmente, terminan aceptando la descripción pues consideran que una parte de su personalidad se ve validada, es reconocida y deseable.
En la actualidad, lo más valioso del efecto Forer es su capacidad para explicar por qué tantas personas se ven atraídas por las pseudociencias; a pesar de no contar con ningún tipo de validez científica. De este modo, la astrología, el tarot, la quiromancia, la grafología y la adivinación terminan siendo consideradas como herramientas útiles por una buena parte de la población. Pero, éstas se caracterizan por ser sumamente inexactas a la hora de brindar una reseña sobre el estado actual de una persona.
Falacia de validación personal
Tal como hemos mencionado, el éxito de las pseudociencias no se basa en su eficacia en la valoración de la personalidad. Realmente, juegan con la credulidad humana para brindar a sus usuarios una experiencia “fuera de lo común”. En este tipo de prácticas, se proporcionan afirmaciones y respuestas que resuelven incertidumbres incómodas para el sujeto. Una vez que la interrogante es respondida, el sujeto se encarga de unir cabos sueltos y agregar interpretaciones para que tal afirmación tenga sentido.
Por último, la imperante necesidad de validación del ser humano es lo que impulsa a que el Efecto Barnum tenga cabida en nuestra sociedad. De esta forma, la validación consiste en la sensación de que la experimentación de ciertas emociones y la realización de ciertas conductas es comprensible dadas las condiciones de vida de la persona.
Desde los diversos modelos terapéuticos, se propone el uso de diversas herramientas para la validación emocional. Ente ellas, la escucha, la observación, el interés genuino y la plena aceptación sin prejuicios del discurso del paciente. No obstante, cuando el sujeto se halla sin espacios seguros para la comunicación de su mundo interno, termina recurriendo a las pseudociencias para encontrar esta validación. Por tanto, se propone hacer hincapié en la importancia del dispositivo psicoterapéutico como espacio para la validación personal.