El trasfondo psicológico de la cirugía estética
Las cirugías estéticas pueden tener un trasfondo psicológico que va más allá de la apariencia física.
Las cirugías estéticas, hoy en día, son moneda corriente. Es normal sentirse incómodos respecto a cómo nos vemos. Que exista alguna cuestión puntual en nuestro aspecto que no nos agrada y deseamos modificar.
La problemática que abordaremos aquí hoy es la de las cirugías estéticas. No es extraño que existan problemas psicológicos de fondo que puedan llevar a alguien a decidir pasar por una de ellas. En muchos de estos casos, la solución al problema no está en modificar el aspecto, sino en tratar una problemática más arraigada con el tratamiento más indicado.
Si quieres conocer más acerca del posible trasfondo psicológico de una cirugía estética, entonces sigue leyendo.
Cirugías estéticas, para qué sirven
La cirugía estética es una rama dentro de la cirugía plástica. Estos son dos términos que suelen usarse como sinónimos, pero no son lo mismo. Debemos saber diferenciarlos para comprender a qué nos referimos.
La cirugía plástica es una especialidad de la medicina. Engloba tanto a la cirugía estética como la reparadora y su finalidad es la de reconstruir o alterar partes del cuerpo o del rostro. La diferencia entre cirugía estética y reparadora radica en los motivos por los cuales alguien decide someterse a ellas.
En una cirugía reparadora, se busca reconstruir una parte del cuerpo. Sea por una cirugía previa, un accidente, por una enfermedad o una condición de nacimiento. Se realizan este tipo de intervenciones, por ejemplo, al colocar injertos de piel sobre quemaduras o realizar reconstrucciones mamarias en personas que han padecido cáncer de mama.
Algo muy distinto es la cirugía estética. A ella, un paciente decide someterse para mejorar o restaurar su apariencia. Estas personas desean modificar alguna cuestión en su aspecto. Por ejemplo, en la liposucción se extrae grasa corporal, en la mamoplastia se aumenta el tamaño de las mamas, en la rinoplastia se modifica el aspecto de la nariz.
Muchas son las personas que recurren a cirugías estéticas para modificar algo en cómo se ven. El problema radica en el motivo que las lleva a hacerlo. Lo que puede parecer un inofensivo intento por cambiar el aspecto, puede estar escondiendo serios problemas psicológicos. Estas problemáticas pueden ir desde tener una imagen distorsionada del propio cuerpo o rostro, hasta una adicción.
Es crucial tener en claro, antes de decidir someternos a una cirugía estética, qué motivo es el que nos mueve a hacerlo. Por eso, en este artículo, les contaremos cuáles son las problemáticas psicológicas más comunes que pueden llevar a una persona a recurrir a una cirugía de esta clase. Para reconocerlas y poder tratarlas desde su raíz, no pasando por un bisturí.
Problemáticas que pueden esconderse tras una cirugía estética
Una intervención médica para modificar nuestro aspecto puede no ser adecuada para todas las personas. Al menos no hasta no tratar cuestiones más profundas que un intento por modificar la propia imagen puede esconder.
Aquí les contaremos cuáles son las problemáticas psicológicas más comunes por las que alguien decide recurrir a una cirugía estética. Esta puede ser una solución no muy adecuada para algunos casos, como los que mencionaremos.
1. Dismorfofobia
La dismorfofobia es uno de los tantos motivos que puede llevar a alguien a desear modificar algo en su aspecto y, en algunos casos, recurrir a una cirugía estética. Consiste en creer que se tiene un defecto en el aspecto físico. Hasta aquí no pareciera haber graves problemas, pero quien padece de dismorfofobia, se obsesiona con el hecho de tener un defecto y se preocupa por él de forma exagerada. Muchas veces, la cuestión es racionalmente imperceptible por los demás, pero para ellos es de extrema gravedad.
La dismorfofobia va de la mano de los pensamientos distorsionados. Ya que aquellos que la padecen suelen tener una percepción diferente de la real respecto a cómo se ven.
2. Baja autoestima
Otra razón impulsora de una cirugía estética puede llegar a ser el padecer de baja autoestima. Estas personas no tienen juicios objetivos sobre sí mismas, no se valoran y no creen que los demás debieran hacerlo. Muchas veces, de la mano de intervenciones estéticas, se busca intentar elevar la autoestima faltante. Creyendo que la operación será la solución del problema psicológico que hay detrás, cuando no es así.
3. Aceptación social
Este es otro punto sumamente importante que afecta a muchos. El intento por alcanzar aceptación social es una cuestión que genera angustia, y lleva a la gente en ocasiones a creer que, por poseer determinadas cualidades, serán aceptados. Una asociación dañina y errónea, por supuesto.
Son personas de, por lo general, baja autoestima. Buscan contentar a los demás para agradar, a costas de su propio criterio y salud. Definitivamente, esta problemática no se corrige con un bisturí y debe de ser analizada por un psicólogo para tratarla de raíz.
4. Adicciones
Existe gente que se vuelve adicta a “retocar” su cuerpo y rostro. Presentan pensamientos obsesivos que los llevan a modificar una y otra vez su aspecto. Usualmente, se desarrolla por inseguridades subyacentes, que llevan a buscar cambiar cómo estas personas se ven. Luego, se torna una costumbre, el cambio existente no alcanza y desearán más.
De más está decir que es una obsesión extremadamente arriesgada, que puede acabar por derivar en deformaciones. Puede hasta terminar con la vida de una persona debido a los riesgos que se asumen al someterse a este tipo de intervenciones constantemente.
Para concluir
Una cirugía estética, decidir modificar alguna parte de nuestro aspecto, puede tener un trasfondo psicológico serio. Es necesario evaluar la decisión que lleva a alguien a someterse a una intervención.
Para algunas problemáticas, como las mencionadas, no es suficiente con pasar por un quirófano. Estas cuestiones deben de analizarse y tratarse con la terapia adecuada, para poder quitar el problema de raíz, sin reincidencias ni recaídas.
Debemos de aceptarnos, aprender acerca de amor propio. Así sabremos valorar nuestro cuerpo y respetarlo. Si desean alterar su apariencia, piensen en la razón que los impulsa a hacerlo. Si es alguna de las que antes mencionamos, entonces la solución no está en una cirugía, se encuentra en otro lugar.