La correcta comunicación en la pareja
La comunicación en pareja: clave para una relación saludable. Al principio todo fluye, pero es importante mantenerla a lo largo del tiempo.
Uno de los indicadores más fiables de que las cosas van bien en una relación de pareja es la comunicación. Dentro de esta encontramos dos amplias ramas de un mismo árbol que consiste en lo verbal, aquello que decimos o dejamos de decir y lo no verbal, basado en gestos, miradas, complicidad, etc…
Al principio todo fluye
Suele pasar que al comienzo de las relaciones la comunicación suele ser fluida, moderada, comedida y por ello viene a aportar satisfacciones a los dos miembros de la pareja. Uno habla cuanto necesita y dice las cosas intentado sobre todo no dañar al otro miembro de la pareja. A veces nos guardamos para nosotros ciertas cosas que creemos que no son relevantes para evitar lo que podríamos llamar confrontación innecesaria. Con el tiempo sucede que lo que antes podía ser pasajero, temporal, ahora se convierte ahora en insoportable y que lo que antes dábamos por bueno ahora no lo es tanto condicionando nuestro comportamiento y bajando esa ratio para soportar ciertos temas que no sean de nuestro agrado.
Cuando algo no funciona lo más normal buscar una formula para cambiarlo, buscamos el cambio de factores para alterar el resultado final, pero en la pareja este sistema, muchas veces es suplantado por adoptar una postura y mantenerla pase lo que pase de manera inamovible. Uno y otro saben lo que quieren, como les gustaría que fuesen las cosas, pero por más que no lo consiguen se empeñan en mantener su postura, ya que cambiar, no ceder, no entra dentro de sus posibilidades. Grave error muy cometido.
Con el tiempo aparecen las peleas
Se establece de esta manera una batalla entre ambos en la que el aumento de la irritabilidad será progresivo. Eso tan habitual de… “si tu haces algo, yo respondo por 2 y tu lo harás por 4”, y así infinitamente. Poco importará el que o el porque, solo valdrá el aguantar firme con nuestra postura y eso acaba mal.
Este es un tipo de comunicación que dentro del modelo de Terapia Estratégica llamamos comunicación de espejo. La terapia de pareja se ve envuelta en un espejo de problemas que rebota de lado a lado agotando a ambos física y emocionalmente que siempre nos persigue.
Una tensión insoportable que no beneficia a nadie y solo provoca un malestar continuo em ambos.
Si tenemos que aclarar que una relación entre dos personas simétricas o parecidas no tiene que ser negativa siempre que basemos nuestra relación en una correcta comunicación y un correcto respeto. Ante todo somos personas.
Normalmente cuando nos envuelve este tipo de disputas del “y tu más…” es complicado salir si no es con la ayuda de un profesional que nos ayude a revocar ese chip que esta predefinido en la suma y aumento del daño proporcional recibido por nuestra pareja.
Sin duda la pieza clave que inicia el cambio es salir de esa espiral inagotable. Alterando los factores el resultado será distinto, solo debemos buscar el factor correcto que provoca un resultado positivo en nuestro día a día consiguiendo una correcta sintoniza entre ambos miembros de la pareja.
Consejos para comunicarte empáticamente con tu pareja
- Busca el lugar y el momento adecuados, sin espectadores y cuando estéis tranquilos
- Haz contacto visual
- Aproxímate y si lo deseas haz algo de contacto físico
- Utiliza tono de voz suave o neutro (cuando alzamos la voz, levantamos el hacha).
- No interrumpas
- No divagues
- No ataques a la otra persona: “Tú eres…”, “Tú siempre…”
- No critiques ni emitas juicios de valor
- No trates de “adivinar su pensamiento”
- No hables con imposiciones
- No generalices: “siempre”, “nunca”…
- Empieza diciendo: “yo creo…”, “yo pienso…”, “a mí me gustaría…”
- Puedes resumir lo que ha dicho el otro para cerciorarte que lo has comprendido realmente
Consejos para tener una discusión encendida y no llegar a ninguna parte
- Elige el peor momento: Aborda a tu pareja cuando esté viendo la TV o esté entretenido/a con otras cosas. Intenta hablar del problema justo cuando se tiene que ir a trabajar o está organizando su trabajo. Como regla general, elige el momento en el que él/ella menos lo espere y cuando le resulte más difícil reaccionar. A ser posible con los niños u otras personas delante. Hazlo tras tomar un par de copas.
- Efecto “bola de nieve”: Salta de un tema a otro sin haber finalizado el inicial. Menciona tus dudas de si vale la pena seguir juntos. No hables de ejemplos concretos, y sobre todo, pon en duda su personalidad. Echa en cara sus limitaciones interpretándolas como malas intenciones y cuestiona su capacidad de mantener una relación positiva.
- Mete presión: Haz una lista de problemas, cuanto más larga y cuantos más detalles desagradables recuerdes, mejor. Saca cosas del pasado, saca todos los trapos sucios que puedas…, y si el otro no las recuerda, da cuantos más detalles mejor…
- Sobregeneraliza: usa palabras como “siempre”, “nunca” (ejemplo: nunca ayudas, siempre llegas tarde…). Esto ayudará a que la discusión sea más fuerte, y que discutáis así una y mil veces, en lugar de centraros en el tema problema.
Si lo haces de esta otra forma, la guerra está asegurada…