La Infidelidad ¿una tendencia natural?
La infidelidad es un tema que genera controversia y curiosidad en las relaciones de pareja. ¿Es una tendencia natural o una elección consciente?
Me llama la atención lo que interesa a todo el las cuestiones referentes al amor o las relaciones de pareja. Sobra decir que cuando se nombra la palabra “infidelidad” se erizan los pelos de muchas personas, en algún momento esa palabra o tendencia ha pasado por nuestras cabezas.
Si hablamos de la infidelidad, un buen comienzo sería definir el término. Hay que decir que cada persona tiene una concepción diferente, para el Psicoanálisis la infidelidad es necesaria para poder relacionarnos. Si nos situamos en el origen, nuestra primera relación fue con nuestra madre, para poder relacionarnos también con nuestro padre tuvimos que serle infiel a ella. Si fuéramos fieles no podríamos más de una relación.
En este sentido, para ser infiel no es necesario realizar el acto sexual con otra persona distinta a nuestra pareja. En realidad, a las personas no se les puede ser fiel porque nadie es de nadie. Uno es fiel a su palabra, ceder en ella acaba por hacernos ceder en las cosas, y es eso lo que nos produce un gran sentimiento de culpabilidad.
En contra de lo que solemos pensar, hay que decir que la tendencia natural es a ser infiel, bien es cierto que nos vamos acostumbrando a un grado de fidelidad por respeto, convención social, por amor o para no meternos en líos. La tendencia natural del ser humano es a cambiar de pareja, trabajo y de familia todos los días. Para permanecer con lo mismo hay que hacer un esfuerzo.
Para ser infiel, es suficiente el mero pensamiento, una mirada
Ya sabemos que para generar los celos en otra persona es suficiente con darse cuenta que existen otras personas en el mundo, las palabras son las que en realidad generan los celos.
Esos celos que pensamos son consecuencias de la provocación de nuestra pareja, son los que originan, en muchos casos, la infidelidad. Todo el día hablando de las fantasías (miraste a tal o cual), que uno acaba provocando deseos en la otra persona. Por otro lado, muchas parejas están todo el día vigilantes, esperando ver algún dato que confirme sus sospechas. Parece así como si la otra persona más que nuestro amor, fuera una posesión. Este tipo de comportamiento puede provocar graves situaciones de maltrato. Si no cambiamos nuestra forma de concebir las relaciones, nunca alcanzaremos el amor.
Es muy frecuente pensar que los hombres son más infieles que las mujeres, pero ello no deja de ser una idea que se corresponde con los prejuicios sociales que siguen existiendo. Al hombre se le ha permitido históricamente una doble moral sexual, que no se le ha permitido a la mujer. En ese sentido, él ha tenido más libertad para desplegar sus deseos, no sólo sexuales, mientras que a la mujer no se le ha permitido pensar en su sexualidad ni en sus ambiciones. Como he dicho antes, todos somos o podemos ser infieles. Tanto hombre como mujer tienen deseos.
Está claro que una cosa es ser infiel de pensamiento y otra irse a la cama con otra persona. Este hecho es difícil de tolerar para muchos, pero no es bueno generalizar, porque la infidelidad es algo diferente para cada uno. Hay personas que toleran las relaciones sexuales con otras personas, pero no toleran otro tipo de comportamientos. Hay que tener cuidado, para cuidar la pareja no puedo hacer justo lo que le molesta.
Que sea la infidelidad la provoque una ruptura o una agresión, es tener un grave prejuicio. Hay que decir que si a uno le importa de verdad su pareja, la infidelidad no puede ser la causa de la ruptura, uno tiene que demostrar lo que le importa esa mujer o ese hombre.
La mayor infidelidad no es tener relaciones sexuales con otra persona, sino traicionar la confianza de tu pareja, a veces eso implica hablar de cosas íntimas con otra persona. A pesar de ello, desde mi punto de vista, no es recomendable confesar la infidelidad, sería utilizarla para hacerle daño a la otra persona. La infidelidad no tiene que dejar huellas. Si deja huellas, la he utilizado para estropear la relación.
Quienes lean este artículo pueden ver en él la excusa perfecta para justificar su conducta, otros se sentirán desengañados por no poder exigirle a su pareja exclusividad. Hay que saber que el verdadero amor es muy difícil de alcanzar, pero no imposible. Amar no tiene que implicar querer estar todo el día con la otra persona, tenemos que aprender a ser tolerantes y considerarnos en libertad. Muchas veces somos fieles no por falta de deseo, sino para impedir la infidelidad de nuestra pareja.
Cuidemos nuestra felicidad, nuestra salud, nuestras relaciones. Estoy segura que de esa forma, sabremos tratar mucho mejor a las personas que nos rodean, seremos más atentos y respetuosos. No podemos olvidarnos de la compleja naturaleza humana.