¿Odias a los demás o te odias a ti mismo?

Partagez:

El odio a los demás puede ser un reflejo del odio hacia uno mismo.

El odio es un sentimiento que está caracterizado por aversión, antipatía, repulsión o enemistad hacia un fenómeno o hacia una persona, lo cual puede llevar a la persona que lo padece a querer causar daño a su objetivo. Sin embargo, el odio a los demás puede esconder una baja autoestima, resultante de situaciones vividas en el pasado, tal vez en la infancia o en la etapa temprana de la vida.

Todo esto, de no tratarse, puede desembocar en tragedias, no solo para los demás, sino para la misma persona que lo sufre, ya que pudiese experimentar depresión u algún trastorno de inestabilidad emocional en su personalidad.

El odio a los demás, ¿qué esconde?

Muchas personas que sienten odio hacia los demás, pero que en realidad esconden un odio hacia sí mismos, se causan daño a través de la ingesta excesiva del alcohol, sustancias nocivas o por medio de trastornos de la alimentación. Otra manera en la que estas personas esconden su malestar es aislándose, ya que suelen sentir vergüenza. Al final, la persona con odio hacia los demás evita alimentarse bien o dormir lo suficiente, es decir, no se cuida como debe.

Pero, lo más curioso es que el odio a los demás implica un odio a uno mismo. Por eso, muchos incurren en torturas y humillaciones a otras personas, sin analizar qué es lo que detestan en sí mismos. En la mayoría de los casos, el enemigo que se cree ver afuera reside es en el interior y, en un intento por silenciar este hecho, se llega a tratar de aniquilar al otro.

Un ejemplo de ello fue lo que detalló Sigmund Freud en 1918, en su ensayo titulado El tabú de la virginidad, en el que afirmó: “Precisamente las pequeñas diferencias (entre personas) son, cuando hay otras semejanzas, el origen de los sentimientos de extrañeza y hostilidad entre ellas”. Esto podría explicar por qué los hermanos, que son tan semejantes, se odian con más fuerza que a los desconocidos, cuando su material genético es el mismo.

Este hecho ha llevado a que algunos autores consideren que no son las diferencias las que llevan a que los hombres luchen entre sí, sino justamente lo contrario: sus semejanzas.

La autora Piedad Bonnett, en su estudio sobre el discurso de odio en la sociedad contemporánea, indica cómo el odio puede llevar a una persona a querer destruir, debido a que sentir odio implica malestar e inestabilidad. Sin embargo, también destaca que el odio comienza por hacer daño a quien lo siente, ya que quien siente odio necesita de tiempo y de energía, por lo que, el que odia, tiende a obsesionarse con el objeto de odio y a examinar cada cosa que hace, dándole una atención que es desmesurada.

Vale recordar las palabras de Charles Baudelaire, para quien “el odio es un borracho al fondo de una taberna, que constantemente renueva su sed con más bebida”, o como sostuvo Caroline Emcke: “el odio no se manifiesta de pronto, sino que se cultiva”.

Por otro lado, la autora Silvina Fernández, en su artículo titulado El odio y sus despliegues: algunas particularidades, enfatiza que para Freud el odio era una manifestación “de la lucha del yo por conservarse y afirmarse”, lo cual se podría interpretar como una reacción contra la hostilidad del mundo.

Necesidades insatisfechas

Es de contemplar que, cuando una persona no obtiene la satisfacción de una necesidad, los medios con los que cuenta para alejarse del dolor son los mecanismos de defensa, los cuales, en lugar de llevarle a encarar la rabia, le lleva a reprimirla. Estos son los siguientes:

  • Desensibilización: al interrumpir y prohibir las sensaciones de la rabia;
  • Proyección: cuando se siente rabia y en lugar de expresarla, se deposita en el otro, quitando de este modo la responsabilidad propia de lo que se siente. Esto se manifiesta a través de la crítica, o el rechazo;
  • Negación: al sustituir la expresión de rabia por otras más aceptadas, negando lo que se siente y desconectándose de sus emociones;
  • Introyección: si se incorporan actitudes, creencias e ideas respecto a la rabia;
  • Retroflexión: cuando se contiene la rabia en el interior y se somatiza, entre otros.

Hay casos de pacientes en los que se demuestra que padecen de necesidades insatisfechas, sobre todo de reconocimiento, lo que les lleva a experimentar frustración y con ello, odio.

El odio a los demás esconde una frustración de no sentirse satisfechos consigo mismos, sintiéndose insuficientes.

Esto podría dar cuenta de por qué muchos haters no buscan tanto dañar al otro, como calmar el malestar que sienten internamente y lo hacen por medio de la humillación, las críticas y las burlas.

En estos casos, las redes sociales y el anonimato que ofrecen se muestran propicias, ya que de este modo se dan riendas a las emociones, confluyendo así en lo que Zimbardo denominó como “desindividuación”, es decir, un estado de conciencia de sí mismo en el que se reduce el interés por la evaluación social y los límites frente a las conductas prohibidas se debilitan.

Todo ello permite concluir que, el odio hacia los demás lo que verdaderamente guarda es un odio hacia sí mismo, una baja autoestima y un nivel de insatisfacción con la vida.

(Visited 3 times, 1 visits today)
Partagez:

Articles Simulaires

Partager
Partager