Señales para saber que estás siendo maltratado

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Señales emocionales para identificar el maltrato y evitar la confusión en su reconocimiento.

El mundo parece estar creando sensibilidad a este flagelo que carcome la sociedad y la vida de gran cantidad de personas. Dicha sensibilidad ha conducido a cierta confusión desde el punto de vista emocional. Con relativa frecuencia se observa que existen individuos que se consideran como maltratados sin serlo y en cambio, otros, que siéndolo, no se consideran como tal. Habida cuenta de esto, me voy a permitir comentar importantes señales emocionales que evidencian el sufrimiento de esta adversidad en la existencia de un ser humano y conforman el perfil que presento.

Signos emocionales de maltrato

Los signos emocionales se manifiestan en el cuerpo, los comportamientos, experiencias, situaciones y personas que rodean al maltratado. Recordemos que como el inconsciente tiene como principal función asegurar nuestra supervivencia, este busca a través del aspecto físico, emocional o mental; mostrar el dolor, las heridas, los recuerdos amargos o sufrimientos pendientes de sanar. Asimismo, mencionar que el inconsciente no distingue entre lo físico o lo mental, entre lo real o simbólico y, por tanto, no diferencia el maltrato físico del emocional. Es decir, un golpe real o si se está reviviendo el fenómeno en la mente de una persona. Un ser humano puede estar cargando con un episodio de violencia que vivió su madre, padre, hermano y sentirlo como si fuera propio. Todo lo anterior es importante aclararlo para conseguir identificar las señales que el inconsciente refleja en el mundo exterior.

Qué es y qué no es maltrato

Uno de los consejos para comprender un concepto o lección es establecer lo que no es, así que, empezaremos por ahí. Es común que el maltrato sea asociado con victimismo, lo cual es un conflicto o “juego” emocional para manipular y que no necesariamente indica maltrato. El victimismo es utilizado para despertar lástima, evitar la culpa y otras causas. Y aunque algunas personas que han sufrido violencia, se refugian en este conflicto para solapar su dolor, no es un indicativo claro de que haya sido o esté siendo maltratada. Incluso, de acuerdo a la particular experiencia profesional, se podría decir que el victimismo presenta una mayor relación con el maltratador. Tampoco se considera como maltratada a aquella persona que se defiende y ataca con similares o idénticas armas que el agresor. En este caso se presenta una batalla en la cual se invierten los roles y existe agresión mutua.

De otro lado, saber que el maltrato se evidencia emocionalmente en las personas de acuerdo a su condición de género. Ante la violencia la mujer tiende a huir y el hombre a enfrentar, lo cual es una respuesta biológica, pues la hembra necesita proteger su cría y el macho proteger a ambos. Un acto de la naturaleza para conservar la especie. Cuando la violencia se sufre en total impotencia o indefensión como en el caso de un infante, el evento —en el supuesto de no sanarse—marcará la existencia del individuo. El hombre adquirirá una disposición a la agresividad y la mujer a la sumisión; estableciendo una complementariedad que los atraerá para formar pareja, unidos por similares heridas. No obstante lo mencionado, debemos de saber que cada individuo ostenta unas peculiaridades que lo definen y es posible que una mujer se comporte con agresividad y se enfrente y viceversa.

Saber lo anterior es de por sí, una manera de identificar si se sufre o ha sufrido maltrato. Sin embargo quedaríamos a medio camino, si no comentáramos que la violencia tiene muchas caretas y que no únicamente el maltrato es un golpe, un grito o una palabra ofensiva —al final presento un apartado que reflexiona sobre esto-. Asimismo, decir que el maltrato va a depender de las circunstancias de cada persona. Por ejemplo, si un padre grita eventualmente a un hijo para reprenderlo, pero este padre es afectuoso, respetuoso y responsable, el hijo no lo recibirá como maltrato, sino como eso, una reprensión o llamado de atención.

Perfil emocional de una persona maltratada

  • Su vida social es escasa al igual que sus relaciones. La persona maltratada guarda prevención hacia los demás, teme ser lastimada y por lo general su actitud es a la defensiva o al ataque.
  • Se deprimen con facilidad.
  • Se alteran con suma frecuencia. Poseen una alta sensibilidad a sentirse ofendidos, humillados o pisoteados.
  • Provocan situaciones de sufrimiento tanto en su mente como en la vida práctica. Es la típica persona con pensamientos catastróficos o que la perturban. También, aquella que atrae accidentes o situaciones que le provocan llanto o sufrimiento (necesidad de manifestar el dolor y llorar). En este último caso podríamos encontrar la persona que ostenta un conflicto de victimismo.
  • Atrae situaciones de caos, discusión e incluso grescas con la familia, compañeros de trabajo o el entorno que lo circunscribe (necesitan expresar su agresividad y la trasladan a la gente cercana).
  • Desarrolla obsesiones, compulsiones o adicciones con frecuencia. En especial a las drogas o a actividades como el juego, la televisión, el trabajo, el dinero.
  • Se obsesiona con las relaciones personales, como su pareja, padres, hijos, mascotas. Y desarrolla compulsiones a la comida, las compras, el voluntariado.
  • Se enferman de: las mamas, los huesos, la garganta, los pulmones, las fascias, el colon, obesidad.
  • Sufren de: hipertensión, obesidad, las arterias o el corazón, ulceras, hígado.
  • Buscan cambiar: a los demás, a su pareja, sus padres, su ambiente, el mundo. Esperan que el otro o las circunstancias cambien y entorno a esto, aguantan y justifican cualquier tipo de ofensa, irrespeto o violencia.
  • Viven la vida de los demás para mendigar amor o protección. Ostentan una gran demanda de aprobación. Pueden llegar a mentir o fingir para conseguir algo de seguridad, amor o protección.
  • Buscan con constancia la competencia, ser mejores, destacarse. El caldo de cultivo lo encuentran en el trabajo. Quieren sentirse superiores, exigentes al máximo y rígidos. Es la típica persona que se le aplica: “la que no gana la empata”, aunque en este caso llega a ser casi patológico. Puede pelear y pasar por encima de los demás.
  • Reacciona con violencia verbal e incluso física a la menor contrariedad.
  • Vive cambios de ánimo repentinos, es voluble y poco estable.
  • Desconectado de su entorno, de su mundo, del universo.

El perfil que hemos expuesto es un indicativo, una tendencia, la predisposición que puede presentar un individuo cuando ha sufrido o sufre maltrato o violencia en su vida. No importa si se trata del pasado o el presente, pues mientras la persona no sane las heridas del pasado, el inconsciente las sigue radiando, debido a que no existe el tiempo para esta mente. De ahí que las heridas sigan supurando en forma de comportamiento, situación, personas que atrae, pensamiento o enfermedad.

Para terminar este artículo les comparto un apartado de mi último libro Tras las cortinas, donde expreso lo que catalogo como violencia, y de este modo comprender que la violencia no es solamente lo que se cree o se dice:

“La violencia tiene muchos disfraces, nos engaña con diversas formas, es astuta, se camufla en forma de falacia de placer, comodidad, bienestar e incluso de amor. Es como las mieles de medusa que se expanden sigilosas y carcomen con su veneno a su paso, desertizando los más bellos parajes de nuestra alma, de nuestra mente y nuestro corazón; muchas veces sin percibirlo o negando que existe, hasta que la evidencia clama. Se propaga desde el recóndito lugar donde la hemos ocultado, llegando a manifestarse en la superficie, en nuestro cuerpo, nuestra casa, en la acera que pisamos, incluso en el camino que recorremos todos los días. Es posible que solo nos demos cuenta cuando la vida que pensábamos que era “normal” se derrumbe como un castillo de arena. Afortunadamente existe un antídoto para este veneno y se llama ¡reconocimiento!”

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